En fin con los hechizos que sabía, y un pastor extranjero le enseñaba, que en la luna caracteres ponía, los espíritus fieros invocaba, las bellas luces, donde yo me vía, y en los hermosos ojos respetaba de Amarilis el sol, cegó de suerte, que se pudo vengar de Amor la muerte. Cuando yo vi mis luces eclipsarse, cuando yo vi mi sol oscurecerse mis verdes esmeraldas enlutarse y mis puras estrellas esconderse, no puede mi desdicha ponderarse, ni mi grave dolor encarecerse, ni puede aquí sin lágrimas decirse cómo se fue mi sol al despedirse. Los ojos de los dos tanto sintieron, que no sé cuáles más se lastimaron, los que en ella cegaron, o en mí vieron, ni aun sabe el mismo Amor lo que cegaron, aunque sola su luz oscurecieron, que en los demás bellísimos quedaron, pareciendo al mirarlos que mentían, pues mataban de amor lo que no vían. Cual suele enamorar la fantasía retrato que no sabe que enamora, y cuanto al vivo original le fía, con mudas luces el pintado ignora, o como en el crepúsculo