OBRA LAS ACEITUNAS
Es una obra cargada de humor, la obra nos presenta a Toruvio, un padre de familia que acaba de plantar un renuevo de olivo. Una vez que llega a su casa le da aviso de ello a su esposa Agueda y es en este preciso instante que se lía absolutamente todo. Entre los dos comienzan a calcular las aceitunas que tendrán, como así el precio de las mismas y con esta conversación comienzan a discutir precisamente por el costo al que las venderán. En medio encontramos a su hija Mencigüela, quien trata de complacerles pero sin ningún éxito, por el contrario recibe golpes de ambos cada vez que procura decir algo pues jamás conforma a nadie .Finalmente entra en escena Aloja, el vecino que escucha la discusión e intentará apaciguar las aguas entre los esposos, no sin reírse de la situación que se ha provocado . Fue escrita por Lope de Rueda
UN pequeño fragmento perteneciente a el principio de la obra ;
ÁGUEDA.- Marido, ¿sabéis qué he pensado? Que aquel renuevo de aceitunas que plantaste
hoy, de aquí a seis o siete años, llevará 200 o 300 kilos de aceitunas. Y que, poniendo plantas
aquí y plantas allá, de aquí a veinticinco o treinta años tenéis un olivar hecho y derecho.
TORUVIO.- Eso es verdad, mujer; que no puede dejar de ser lindo.
ÁGUEDA.- Mira, marido, ¿sabéis qué he pensado? Que yo cogeré la aceituna y vos la
llevaréis con el asnillo y Mencigüela la venderá en la plaza. Y mira, muchacha, que te mando
que no me cobres el celemín [unidad de medida] a menos de dos reales castellanos.
TORUVIO.- ¿Cómo a dos reales castellanos? ¿No veis que es cargo de conciencia y nos
llevará al que pesa el grano cada día? Que basta pedir catorce o quince dineros por celemín
[la mitad de lo que quería pedir la mujer].
ÁGUEDA.- Callad, marido, que ese olivar es de la cepa de la casta de los de Córdoba.
TORUVIO.- Pues aunque sea de la casta de los de Córdoba , hasta pedir lo que tengo dicho.
UN pequeño fragmento perteneciente a el principio de la obra ;
ÁGUEDA.- Marido, ¿sabéis qué he pensado? Que aquel renuevo de aceitunas que plantaste
hoy, de aquí a seis o siete años, llevará 200 o 300 kilos de aceitunas. Y que, poniendo plantas
aquí y plantas allá, de aquí a veinticinco o treinta años tenéis un olivar hecho y derecho.
TORUVIO.- Eso es verdad, mujer; que no puede dejar de ser lindo.
ÁGUEDA.- Mira, marido, ¿sabéis qué he pensado? Que yo cogeré la aceituna y vos la
llevaréis con el asnillo y Mencigüela la venderá en la plaza. Y mira, muchacha, que te mando
que no me cobres el celemín [unidad de medida] a menos de dos reales castellanos.
TORUVIO.- ¿Cómo a dos reales castellanos? ¿No veis que es cargo de conciencia y nos
llevará al que pesa el grano cada día? Que basta pedir catorce o quince dineros por celemín
[la mitad de lo que quería pedir la mujer].
ÁGUEDA.- Callad, marido, que ese olivar es de la cepa de la casta de los de Córdoba.
TORUVIO.- Pues aunque sea de la casta de los de Córdoba , hasta pedir lo que tengo dicho.
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