Poema de Orfeo y Eurídice ( Quevedo )
SI FUERAS TÚ MI EURÍDICE, OH SEÑORA
Si fueras tú mi Eurídice, oh señora,
ya que soy yo el Orfeo que te adora,
tanto el poder mirarte en mí pudiera,
que sólo por mirarte te perdiera;
pues si perdiera la ocasión de verte,
perderte fuera así, por no perderte.
Mas tú en la tierra, luz clara del cielo,
firmamento que vives en el suelo,
no podía ser que fueras
sombra, que entre las sombras asistieras;
que el infierno contigo se alumbrara;
y tu divina cara,
como el sol en su coche,
introdujera auroras en la noche.
ya que soy yo el Orfeo que te adora,
tanto el poder mirarte en mí pudiera,
que sólo por mirarte te perdiera;
pues si perdiera la ocasión de verte,
perderte fuera así, por no perderte.
Mas tú en la tierra, luz clara del cielo,
firmamento que vives en el suelo,
no podía ser que fueras
sombra, que entre las sombras asistieras;
que el infierno contigo se alumbrara;
y tu divina cara,
como el sol en su coche,
introdujera auroras en la noche.
Ni yo, según mis sentimientos veo,
fuera músico Orfeo;
pues de amor y tristeza el alma llena,
no pudiera cantar, viéndote en pena.
fuera músico Orfeo;
pues de amor y tristeza el alma llena,
no pudiera cantar, viéndote en pena.
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