Fragmento de tragedia: Prometeo encadenado

-Esta es una obra de 29 páginas escrita por Esquilo. En esta tragedia se narra la historia del titán Prometeo, quien es el protagonista, y comienza justo después de que Zeus lo castiga por haber entregado el fuego a los hombres.

Fragmento:

EL PODER: -Ahora, golpea con todas tus fuerzas y que los grillos se hundan en la carne. Duro es el que ha de vigilar esta tarea.
 HEFESTOS: -Como tu rostro, así son tus palabras.
 EL PODER: -Sé blando cuanto quieras, pero no me reproches que mi naturaleza sea obstinada y dura. 
HEFESTOS: -Partamos ya; ha quedado sujeto por todos los miembros. 
EL PODER: -Ahora muestra aquí a tu gusto tu insolencia, y roba a los dioses sus privilegios para librarlos a los efímeros. ¿Qué podrán los mortales para aliviar tus penas? En verdad que yerran los dioses en llamarte Prometeo; un Prometeo necesitarías tú para deshacerte de estos hábiles nudos. (Salen los dos. Un largo silencio.)
 PROMETEO: -¡Eter divino, vientos de rápidas alas, aguas de los ríos, sonrisa innombrable de las olas marinas! Tierra, madre común, y tú, Sol, ojo al que nada se oculta, yo os invoco en este lugar: ved lo que un dios se ve obligado a sufrir por obra de los dioses. «Contemplad el oprobio con que se me aflige y que habré de padecer durante días incontables. ¡Estos son los lazos de infamia que ha imaginado para mí el nuevo señor de los bienaventurados! ¡Ay de mí, ay!, que lloro por los males presentes y por los que me esperan. ¿Después de qué pruebas brillará para mí el día de la liberación? «Mas ¿qué digo? ¿Acaso no sé ya de antemano todo lo que me espera? Ningún infortunio me vendrá que no haya previsto. Es preciso aceptar nuestra suerte con ánimo sereno y comprender que no puede lucharse contra la fuerza del Destino. Y, no obstante, ni puedo hablar de mis desdichas ni puedo callarlas. Grande es mi desventura, pues por haber favorecido a los mortales gimo ahora abrumado bajo este suplicio. Un día, en el hueco de una caña, me llevé mi botín, la chispa madre del fuego, robada por mí, y que se ha revelado entre los hombres como el maestro de todas las artes, un tesoro de inestimable valor. Esta ha sido mi culpa y por esto me veo castigado así, clavado en esta roca bajo la inclemencia del Cielo. «¡Ah! ¡Ah!, ¿qué rumor, qué aroma divino ha llegado hasta aquí? ¿Procede de un dios o de un hombre, o de uno que participa de ambos? ¿Vendrá acaso hasta esta roca, límite del mundo, a contemplar mis sufrimientos, o a qué vendrá? ¡Ah! Mirad a un dios encadenado y sujeto a todas las miserias. Soy el enemigo de Zeus, el que se ha atraído el odio de cuantos frecuentan su mansión, por haber amado demasiado a los hombres. «¡Ah! ¡Ah! ¿Qué rumor de aves oigo cerca de mí? Un suave batir de alas hace vibrar la brisa. Todo lo que se acerca me produce espanto. (Un carro alado aparece en la cumbre más próxima a aquella en que está sujeto Prometeo. En él vienen las OCEÁNIDAS.) 
EL CORO: -Nada temas: amiga es la bandada, cuyas alas en rápido batir han traído a esta cumbre. Con gran trabajo lograron mis palabras vencer la oposición del padre, y las auras veloces me han traído. El recio y terrible resonar del hierro, penetrando hasta el fondo de mi ser, desterró de mí la vergüenza de tímida mirada, y, descalza, levanté el vuelo en este carro alado.

- Subido por: Eduard Marian Ivanoiu 1º Bach C

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