Microrrelato Alexander

 

La hoja en blanco parecía infinita, el tiempo pasaba sin que me diese cuenta, las horas transcurrían sin descanso, pero mi problema seguía sin ser resuelto, ninguna idea me llegaba a la mente. Sentado en mi silla delante de la hoja vacía que me miraba expectante, mis ojos se desviaban a cualquier parte de mi desordenado escritorio, mientras pensaba en mil cosas a la vez. Una parte de mi intentaba concentrarse, aferrándose a la necesidad de escribir el trabajo esa tarde, pero mi mente solo pensaba en las distracciones en mi habitación, ¿desde cuándo había una telaraña en la esquina de mi habitación? ¿de dónde han salido esos papeles? Miraba mi reloj y veía como habían pasado muchas horas en las que no había hecho ningún progreso. Los nervios iban creciendo según pasaba el tiempo.  Ya no sabía qué hacer, no se me ocurría nada. La noche se acercaba y empezaba a pensar que no conseguiría terminar el ejercicio. Después de cenar, Intente escribir algo coherente, escribí lo primero que se me ocurrió, una historia con apenas sentido, cualquier cosa que pudiese enseñar en clase. Me acosté deseando que el día entero hubiese sido un sueño, pues mi relato me parecía terrible y lo último que quería era entregarlo.

Por la mañana me desperté tras haber soñado con una hoja en blanco torturándome, un odio extraño me invadió, salté de la cama y, sin prestar atención a mis patas de perro, y mi baja estatura, fui directo a mi escritorio, y antes de que me diese cuenta los había destrozado y los estaba devorando. Cuando me recuperé, miré lo que había hecho horrorizado. Pensé que había algo bueno: no tendría que entregarlo, pues se lo había comido el perro.

 

                                                                                       Alexander Julio Moral Rumold

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diferencia entre Lira y Silva

5 ejemplos de tópicos literarios en canciones y 3 en poemas.

Romance